La televisión acostumbra una vez cada tanto, sin regularidad ni precisiones, entregar al mundo un fenómeno para que lo consuma primero en la pantalla y luego en todas las formas y colores que los productores consigan empaquetarlo. Más de una vez, en los últimos años, esas olas de cultura popular que comienzan en la pantalla chica tuvieron que ver con reality shows y las situaciones y personajes derivados de ellos. Tanta
La televisión acostumbra una vez cada tanto, sin regularidad ni precisiones, entregar al mundo un fenómeno para que lo consuma primero en la pantalla y luego en todas las formas y colores que los productores consigan empaquetarlo. Más de una vez, en los últimos años, esas olas de cultura popular que comienzan en la pantalla chica tuvieron que ver con reality shows y las situaciones y personajes derivados de ellos. Tanta falsa realidad nos hizo preguntarnos una y otra vez por el estado de las sociedades actuales. Como si el caño de ShowMatch y su guerra de jurados de alguna manera definiera a quienes lo miran y no de la manera más halagadora. Entonces llegó Glee para demostrar que los fenómenos pueden ser otra cosa que vergonzantes o infantiles como la ya agotada High School Musical manía. De hecho, aquellos telefilms de Disney dieron el primer paso, de baile, para que pudiera existir la rara fórmula que es Glee , la serie musical que este jueves a las 22, retorna con episodios estreno a Fox.
Claro que si la escuela secundaria imaginada para los adolescentes de Disney era un lugar de acuerdo e inocencia, el colegio de Glee es un campo de batalla, y los dulces sonidos del pop de HSM aquí se transformaron en canciones populares reconvertidas en partes esenciales de la historia. Con un ojo en los musicales de Broadway (ver aparte), y otro en la lista de las canciones más escuchadas, Ryan Murphy, el creador de la entretenida y sardónica Nip/Tuck , decidió ser feliz y el resultado es este programa sobre un coro estudiantil que se transformó en uno de los más vistos de la TV norteamericana, uno de los más nominados para los premios Emmy y punta de lanza de una tendencia que puso al musical en el centro de la escena.
"En un momento muy oscuro y nihilista de mi vida hice Nip/Tuck . Después decidí que no quería ser más esa persona, que quería hacer cosas que me levantaran el ánimo a mí y a los demás. Además, un amigo me dijo: «¿No querés hacer algo que la gente vea?» Entonces surgió Glee, y cuando dirigí el piloto estaba tan feliz. Sonreía todo el día. Cuando me iba a casa seguía contento y me encantaba todo lo que estaba sucediendo", cuenta Murphy a LA NACION, sobre el ciclo al que llama su "bebe" y por el que tuvo que luchar para que llegara al aire.
"La verdad es que en un principio me imaginé que si a Nip/Tuck la veían cinco millones de personas, entonces a esto lo verían a lo sumo dos. Y, no importa lo que digan ahora, sé que la gente del canal pensó lo mismo. La verdad es que yo insistí mucho, muchísimo, para que lo pusieran en el aire. Y sucedió lo increíble: cada semana, de 15 a 17 millones de personas siguen nuestra historia", se entusiasma el autor, que acompaño al elenco cuando comenzó la gira de conciertos veraniegos por todo su país que impulsó el éxito televisivo. No fue el único beneficio adicional: las ventas de las canciones que versionaron en la primera temporada, los compilados y hasta un par de libros inspirados en el programa, inspirado en la difícil adolescencia de Murphy.
"Desde chico tenía necesidad de expresar algo sin que la gente me dijera: «Eso es demasiado gay, demasiado maricón, demasiado nerd »", explica el guionista sobre el programa que la revista Time calificó como "trascendente, emocional y emocionante como ningún otro ciclo en la TV."
La antifórmula del éxito
Si uno se viera obligado a pensar en la receta para un éxito de las dimensiones de Glee, la respuesta instantánea seguramente no incluiría a un ciclo con canciones cantadas por supuestos perdedores y sin embargo ahí están millones de seguidores -autodenominados gleeks - redescubriendo a Barbra Streissand, Journey, Madonna y Lionel Ritchie gracias al programa. Un nuevo público para artistas como Paul McCartney, Lady Gaga y hasta Coldplay, que después de un poco de resistencia se rindió ante la evidencia: siete millones de copias digitales de las canciones de Glee se vendieron ya online y 25 singles del programa ingresaron en 2009 a la lista de la Billboard , la mayor cantidad desde que, en 1964, Los Beatles sumaron 31.
"El único que nos dijo que no fue Bryan Adams. Intenté que nos dejara usar «(Everything I Do) I Do It For You», y se negó. Yo no lo podía creer. Madonna dijo que sí, Paul McCartney dijo que sí, Lady Gaga y Coldplay también. Mencioné mi desilusión en una entrevista y entonces él se comunicó con nuestro supervisor de música y le dijo que su gente nunca le había dicho que queríamos usar su canción. Obviamente no le creí. O tal vez sea verdad, no lo sé. Pero lo cierto es que ahora dice que podemos usar lo que querramos de su catálogo. Y lo voy a aprovechar", asegura Murphy con una sonrisa que se parece mucho a la de la malévola Sue Sylvester (interpretada por la gran Jane Lynch), la directora de las porristas que intenta destruir las ilusiones de los coreutas en el programa.
Concentrado en armar la segunda temporada del ciclo, Murphy está convencido de que, más allá de las grandes canciones que se escuchan en cada capítulo, lo que diferencia a Glee del resto -eso que lo convirtió en un fenómeno tal que sus protagonistas llegaron hasta la Casa Blanca invitados por Michelle Obama-, son sus personajes.
"Este programa sostiene que todos nos merecemos ser amados. Incluso estos perdedores, que son dulces aunque tengan un costado oscuro. Me parece que Glee representa a esa gente que no tiene voz, a la que nunca escuchamos, y creo que por eso es tan exitoso", dice Murphy, el responsable del fenómeno que conquistó a su público, una canción a la vez.
La televisión acostumbra una vez cada tanto, sin regularidad ni precisiones, entregar al mundo un fenómeno para que lo consuma primero en la pantalla y luego en todas las formas y colores que los productores consigan empaquetarlo. Más de una vez, en los últimos años, esas olas de cultura popular que comienzan en la pantalla chica tuvieron que ver con reality shows y las situaciones y personajes derivados de ellos. Tanta falsa realidad nos hizo preguntarnos una y otra vez por el estado de las sociedades actuales. Como si el caño de ShowMatch y su guerra de jurados de alguna manera definiera a quienes lo miran y no de la manera más halagadora. Entonces llegó Glee para demostrar que los fenómenos pueden ser otra cosa que vergonzantes o infantiles como la ya agotada High School Musical manía. De hecho, aquellos telefilms de Disney dieron el primer paso, de baile, para que pudiera existir la rara fórmula que es Glee , la serie musical que este jueves a las 22, retorna con episodios estreno a Fox.
Claro que si la escuela secundaria imaginada para los adolescentes de Disney era un lugar de acuerdo e inocencia, el colegio de Glee es un campo de batalla, y los dulces sonidos del pop de HSM aquí se transformaron en canciones populares reconvertidas en partes esenciales de la historia. Con un ojo en los musicales de Broadway (ver aparte), y otro en la lista de las canciones más escuchadas, Ryan Murphy, el creador de la entretenida y sardónica Nip/Tuck , decidió ser feliz y el resultado es este programa sobre un coro estudiantil que se transformó en uno de los más vistos de la TV norteamericana, uno de los más nominados para los premios Emmy y punta de lanza de una tendencia que puso al musical en el centro de la escena.
"En un momento muy oscuro y nihilista de mi vida hice Nip/Tuck . Después decidí que no quería ser más esa persona, que quería hacer cosas que me levantaran el ánimo a mí y a los demás. Además, un amigo me dijo: «¿No querés hacer algo que la gente vea?» Entonces surgió Glee, y cuando dirigí el piloto estaba tan feliz. Sonreía todo el día. Cuando me iba a casa seguía contento y me encantaba todo lo que estaba sucediendo", cuenta Murphy a LA NACION, sobre el ciclo al que llama su "bebe" y por el que tuvo que luchar para que llegara al aire.
"La verdad es que en un principio me imaginé que si a Nip/Tuck la veían cinco millones de personas, entonces a esto lo verían a lo sumo dos. Y, no importa lo que digan ahora, sé que la gente del canal pensó lo mismo. La verdad es que yo insistí mucho, muchísimo, para que lo pusieran en el aire. Y sucedió lo increíble: cada semana, de 15 a 17 millones de personas siguen nuestra historia", se entusiasma el autor, que acompaño al elenco cuando comenzó la gira de conciertos veraniegos por todo su país que impulsó el éxito televisivo. No fue el único beneficio adicional: las ventas de las canciones que versionaron en la primera temporada, los compilados y hasta un par de libros inspirados en el programa, inspirado en la difícil adolescencia de Murphy.
"Desde chico tenía necesidad de expresar algo sin que la gente me dijera: «Eso es demasiado gay, demasiado maricón, demasiado nerd »", explica el guionista sobre el programa que la revista Time calificó como "trascendente, emocional y emocionante como ningún otro ciclo en la TV."
La antifórmula del éxito
Si uno se viera obligado a pensar en la receta para un éxito de las dimensiones de Glee, la respuesta instantánea seguramente no incluiría a un ciclo con canciones cantadas por supuestos perdedores y sin embargo ahí están millones de seguidores -autodenominados gleeks - redescubriendo a Barbra Streissand, Journey, Madonna y Lionel Ritchie gracias al programa. Un nuevo público para artistas como Paul McCartney, Lady Gaga y hasta Coldplay, que después de un poco de resistencia se rindió ante la evidencia: siete millones de copias digitales de las canciones de Glee se vendieron ya online y 25 singles del programa ingresaron en 2009 a la lista de la Billboard , la mayor cantidad desde que, en 1964, Los Beatles sumaron 31.
"El único que nos dijo que no fue Bryan Adams. Intenté que nos dejara usar «(Everything I Do) I Do It For You», y se negó. Yo no lo podía creer. Madonna dijo que sí, Paul McCartney dijo que sí, Lady Gaga y Coldplay también. Mencioné mi desilusión en una entrevista y entonces él se comunicó con nuestro supervisor de música y le dijo que su gente nunca le había dicho que queríamos usar su canción. Obviamente no le creí. O tal vez sea verdad, no lo sé. Pero lo cierto es que ahora dice que podemos usar lo que querramos de su catálogo. Y lo voy a aprovechar", asegura Murphy con una sonrisa que se parece mucho a la de la malévola Sue Sylvester (interpretada por la gran Jane Lynch), la directora de las porristas que intenta destruir las ilusiones de los coreutas en el programa.
Concentrado en armar la segunda temporada del ciclo, Murphy está convencido de que, más allá de las grandes canciones que se escuchan en cada capítulo, lo que diferencia a Glee del resto -eso que lo convirtió en un fenómeno tal que sus protagonistas llegaron hasta la Casa Blanca invitados por Michelle Obama-, son sus personajes.
"Este programa sostiene que todos nos merecemos ser amados. Incluso estos perdedores, que son dulces aunque tengan un costado oscuro. Me parece que Glee representa a esa gente que no tiene voz, a la que nunca escuchamos, y creo que por eso es tan exitoso", dice Murphy, el responsable del fenómeno que conquistó a su público, una canción a la vez.
por La Nacion
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